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jueves, 28 de junio de 2007

El Escudero y La Princesa.


En un lejano continente, en un lejano país, en un lejano reino, en un lejano bosque, en un lejano castillo, vivía una hermosa princesa sin igual.
La princesa era la dueña del corazón de dos fornidos y gloriosos caballeros.
Uno de ellos la conquistó mientras esta era solo una jovencita, y él siendo un hombre hecho y derecho.
Su amor fue mágico, se juraron fidelidad hasta la eternidad…pero por cosas que solo el destino entiende, se distanciaron; esto fue de un momento a otro. Sin respuesta alguna el caballero se alejó de ella.
Pero al contrario del caballero, la princesa lo amó con desmedida locura. Lo que no le permite a ella olvidarlo así como así.

Pasó un tiempo, la princesa estaba en sus habituales clases de lenguaje, junto a otras princesas y príncipes. Es aquí, en donde estaba uno de los príncipes, que también era caballero, que hacía bastante tiempo que amaba a escondidas a la bella princesa.
Este caballero era tan joven como ella, eran perfectos…con él, la princesa volvió a querer.
Se convirtió en su confidente, amante, amigo…era su alma ideal.
Eran tan felices juntos.
Pero tanta felicidad terminó por agotar a la dulce princesa…esto junto a problemas propios de las parejas hicieron que se distanciaran.

La princesa poco tiempo antes de terminar su relación con el joven caballero, salió un día recorrer sus verdes bosques…cabalgando por horas y horas, sola como a ella le encantaba hacerlo. Pero ese día le tendría preparada una sorpresa a la princesa…al darse cuenta de que era tiempo de volver al castillo, puesto que estaba oscureciendo, se percató que había una presencia que la vigilaba…era nada mas y nada menos que un dragón, de aquellos que son capaces de destruir ciudades enteras sólo con sus llamas.
La princesa aterrada comenzó a cabalgar cada vez más rápido, tratando de llegar a su hogar; mientras huía, gritaba que la socorrieran, pero para desgracia de ella no había ningún caballero cerca.
El llamado de auxilio de la princesa llegó a oídos de un escudero que deambulaba por el lugar. Él que se alisto para ayudarla…sólo con un escudo y espada de madera, logró ahuyentar a tan feroz animal.
La princesa sorprendida por tal acto de valentía, le pidió al “caballero” que se acercase. Éste al hacer lo solicitado, contemplo la belleza de la princesa rescatada…era la mujer siempre soñada.
La princesa quedó pasmada al fijarse que su rescatante no era un caballero, sino un escudero. Pero en su inmensa bondad, la princesa le dio las gracias.

Desde aquél momento que el escudero se convirtió en admirador y ayudante directo de la esplendida princesa.
Pasaban noches y días juntos…cada vez el escudero se sentía mas atraído por la princesa y esta cada vez sentía algo distinto por el hombre.

Una tarde, en que la princesa le pidió al escudereo que la acompañara a tomar aire, este se atrevió a confesar su amor por ella.
La princesa, al oír tan hermosos sentimientos hacía ella, no supo que hacer ni que decir. Porque ella aún en ese instante estaba unida con el corazón del joven caballero.
Solo pudo darle las gracias por lo que sentía por ella, pero no podía responderle con lo mismo.

Paso el tiempo, la princesa volvió a quedar sola…pero siempre a su lado encontró la compañía del amigable escudero, que la consolaba, escuchaba…y amaba.

Tanto tiempo pasó que ella comenzó a sentir algo por el escudero, el cual intento conquistarla…pero esto no fue nada fácil. No solo tuvo que luchar por encantar el corazón de la princesa, sino también acabar con los fantasmas de los dos caballeros que habían logrado amar a la princesa, y a los que ella profesó su amor.
Con el recuerdo del caballero mayor no fue tan difícil; con el otro la cosa se complicó, pero lo logró…lo olvido.
El caballero con esto pensó - ¡lo logré!...la princesa me permitirá hacerla feliz, ahora que solo me tiene a mi –
Pero para pesar del escudero esto no fue así.
La princesa comenzó a preferir la soledad.

A pesar de ello el escudero obstinado con su amor, la espero…pasaron largos años…siguieron siendo felices, separados, pero felices…o por lo menos eso creo.
Todo eso acabó cuando el escudero se cansó de esperar a que la princesa quisiera estar con él…juntos y amarse por toda la eternidad.
Le dolió tanto el corazón, al escudero, cuando tuvo que decirle a la princesa que ya no sería lo mismo…que él tenía que dejarla de amar.
Ella le pidió que no se alejara de su lado, que le encantaba su compañía, más que cualquier otra cosa.
El escudero se lo juró - no me alejaré de ti - … pero como tú no me puedes amar igual que yo, te tendré que dejar de amar.
El escudero con el corazón roto se alejó del reino…se alejó de la princesa…tuvo que romper su juramento, era la única forma de no sufrir, a pesar de que la princesa le pidió incansablemente que no se alejara de su lado…pero él ya estaba lejos del reino.

El escudero se convirtió en ermitaño, con el corazón destruido, dejo de ser amado.
Siempre pensaba al ver el atardecer, en que la princesa lo encontraría y le pediría que estén juntos…y que en la mano llevara la flor que él le regalo la primera vez que la amo.

Lamentablemente eso nunca sucedió y me encuentro sólo…llorando por tu amor.

[“Amar no es mirarse el uno al otro, es mirar juntos en una misma dirección.” Platón.]

viernes, 15 de junio de 2007

Estrella Fugaz.


Sólo como una estrella fugaz cruzaste mi cielo,
Atravesaste mi rostro con tu lágrima audaz.
Lograste arrancarme de mi ser esa página de mi corazón escrita con dolor.

Me hiciste sentir como en las nubes,
Rodeando al sol...oh! Mi amor.
La estela de tu luz no me dejó
Volver a mi peculiar oscuridad.

Por el resto de mi vida tendré
Que pensar en lo que pudo ser, pero no fue...
Sólo fuiste una estrella fugaz en mi vida;
Iluminaste mi camino que me llevaba a mi corazón;
al darte cuenta que lo hallé, te marchaste, sin despedirte de mí, para no volver.

Tendré que vivir así... sin ti.
Puesto que tú eres sólo una estrella fugaz
Que supo darme amor...
No importa la cantidad, sino la calidad...
Solo amar.

Solo espero algo de ti...
Que hallas escuchado mi deseo a tu pasar...
Volverte a amar, mi estrella fugaz.

jueves, 14 de junio de 2007

Tú me haces sentir.


Me haces tan feliz…
Me haces sentir lo que me hizo no seguir.

Es tu amor, tan gigante como un sol
que esta a tu y a mi alrededor…
Nos hace sentir éstos dos mundos, pero que unidos no hacen colisión.

Tú me haces sentir lo que no pensé volver a sentir…tu respiración…mi amor.

Ahora no sé que más hacer para que no te vayas nunca jamás de aquí…
Escúchame por Dios; por que tu me haces volar y caminar, sin ti no soy nada mas.

Los dos unidos somos mucho más que el puro amor,
Los dos separados somos amor,
Los dos amándonos somos igual a Dios,
Los dos somos sólo Tú y Yo…

Tú me haces sentir…
Eso que me encanta oír de ti.

Tú me haces… sentir.

El Rocío de mi ángel.


No encuentro explicación
Para lo que sucedió en aquel segundo que te vi.
Por ti se rompió mi espejo
En el que se reflejaba nada más que mi desamor…
No como realmente soy.

Sin nada más que esperar te amé.

Tú y tu mirada de ángel
Fueron capaces de raptarme de aquí,
De arrullar mi corazón junto a ti.

Te encontraré, no te dejaré sola jamás…te lo juro.

Es tan difícil seguir sin parar, en este mundo material
Tratando de no quedar sin ganas de luchar…
De no quedar ciego por la luz que sólo con personitas como tú,
Uno se puede encontrar una vez y no parar.

Pero por ti soy capaz de eso y mucho más
De entregarte mis sueños y anhelos
A lo largo de tu corta pero hermosa vida.

Tú y tu mirada de ángel
Lograron que no me escondiera más
En la que era mi armadura de dolor,
Y que saliera por el sol a volar contigo…
Mi ángel.

[…para esas personitas que nos hacen no parar de luchar por mejorar este mundo desigual…]

Seguir o Parar.


[…veo un tenue rayo de luz…lo sigo…al final del camino…]

Tanto que te dije que no te esperaría
Que me sería difícil no dejarte de amar…
Dejarte libre, como siempre lo fuiste.

Todo eso cambió al mirar ese resplandor en tu rostro.
Que me hizo sentir como nunca…
Que me hizo volver y sentirlo una y otra vez…

Separados podríamos haber sido tan felices,
Tan buenos amigos,
Podríamos haber logrado tantos de nuestros sueños.
Pero yo al igual que tú, sabemos que eso no lo es todo…

Que necesitamos amarnos…
Quizás por un día, semanas, años o por siempre,
Eso no lo sabremos hasta que no lo intentemos…
Eso Tú y Yo por lo menos si lo sabemos.

Aunque a ratos se te olvide que lo sabes, te digo que eso no hará detenerme.
No, no lo logrará.
Seguiré, y no pararé hasta que no te vuelvas a amar…

No seguiré esa luz…

Prefiero quedarme aquí contigo en nuestra oscuridad y esperar
A que juntos iluminemos nuestros corazones, con nuestro amor.

martes, 5 de junio de 2007

No te tengo y ya te Pierdo.


Estábamos tan bien, ¿no crees?...

Todo cambió, creo que fue al vernos…

La música de ese autobús, no acompañaba más que al dolor

Te veo sólo por el reflejo.

Ellos están cada vez más felices.

Realmente no sé que me sucede y mucho menos que te sucede a ti.

Porque de un instante a otro dejaste de amarme, de besarme de hablarme.

Me preguntas y te respondo – no sé-

Es un nudo en mi garganta que no se aplaca con el calor de tu corazón.

Lo siento.

De verdad lo siento, era el momento de disfrutar, no de distanciar.

Pensé que no querías hablar, que querías estar sola en tu interior, por eso no te miré, no te besé, no te acaricie, no te hablé.

No quería verte partir, creo que era mejor así, por eso no me despedí…

Pero no lo pude soportar.

Al verte dejarme, baje de mi soledad y corrí detrás de tu amar.

No quise gritar para llamarte, quería sorprenderte, pero la sorpresa fue para mí, al darme cuenta que me había tardado demasiado en recapacitar, porque ya te perdí.

A pesar de no verte por el sendero de tu hogar, te intenté encontrar, pero nada nuevo fue a pasar.

Como un completo idiota me sentí, por dejarte ir sin decirte lo mucho que significas para mí.

Desde ese instante que siento que estoy fuera de mí…

Seguí de vuelta mi viaje; el viaje más raro de mi vida sin ti.

No es la primera vez que recorro este camino, pero es distinta la compañía y el pesar; sólo se igualan las partidas, nada más…

En una, la primera, me acompañó el gozo y la dicha, ahora, la segunda, la pena y la tristeza.

Caminé y caminé, sin nada más que mirar, que mi pasar. Escuchando la música desgarradora del amor; sonetos y versos inspirados en tú y yo.

No me percato de lo rápido que avanzo.

Sólo me enfrenté a la búsqueda de encontrar ojos de misericordia, que necesito hallar, para que me ayuden a entender que fue lo que hice mal.

El viaje estuvo marcado por el frío, el recuerdo, la pena y el dolor; sólo me permitían seguir mis piernas de fuego sobre tu corazón de hielo.

Tanto avanzar y tanto en que pensar.

Miro al cielo para pedir una tregua y me encuentro con ellas, con tu luna y mi estrella.

La primera con un velo blanco hermoso y peculiar, que al mirarla me hacía darme cuenta de su grandeza y mi pequeñez.

La segunda era como aquel lunar en tu bello mirar.

Ambas eran mis cómplices, junto a mi ego y mi música me acompañaron y me aconsejaron venir de vuelta a tu tumba y pedirte…que me perdones mi amor.

Nadie se compara a ti.


Esta mañana, cuando desperté. Me sentí acabado, muerto…

Todo eso acabo cuando te vía mi lado, durmiendo como un bebé, eres hermosa hasta para soñar.

A pesar de todo lo que te amo, ayer casi cometo una locura, de aquellas que nunca se curan.

Estaba comprando un obsequio para ti, mi novia.

Cuando salí de la tienda, mi mirada se cruzo con otra. Era una mirada angelical, dulce, pero audaz.

Era una jovencita preciosa, debería tener la edad de tu hermana menor.

Fue un instante en que nuestras miradas se unieron, hicieron que el cosmos se detuviera, que no siguiera su rumbo.

Solo es momento me bastó para acabar con la cordura y dejar que entrara a mi razón la locura.

Ella también sintió lo mismo. No dudó en ningún momento en decirme con la mirada que la siguiera, yo tampoco dudé y la seguí.

Iba por lo menos un metro delante de mí con su hermosa morada me coqueteaba. Mientras caminaba, me decía, sígueme…apresúrate.

Yo estaba hipnotizado por sus ojos azules, bellos mares.

En ningún segundo pensé en lo que estaba haciendo, solo me dejé llevar.

Solo esperaba que no me encontrase con nadie conocido.

Solo esperaba estar haciendo lo correcto.

Caminamos por lo menos cinco minutos. Hasta que llegamos a un pasaje con poco público.

Ella paró, yo la seguí.

Se dio la vuelta, me tomo las manos y me acaricio, con un tacto angelical. Fue especial. Su respiración se unió con la mía. Mi corazón latía a mil por hora.

Estaba dispuesto a besarla. Contuve mis ganas por un instante. Fue en ese mismo momento cuando volvimos de nuestro trance de pasión y caímos rendidos en el tiempo real.

Ella me soltó las manos y se marchó…como si hubiese sucedido una gran explosión, la gente salió de todas partes y comenzó a caminar rápidamente.

Entre tanto tumulto no la pude seguir.

La busqué por un buen rato, hasta que la hallé. Estaba sentada en una banca de la plaza, en ese instante me quise morir.

No estaba sola, estaba con un joven de su misma edad, se estaban besando.

Creo que fue tanta mi emoción que lloré.

Me devolví a mi casa, con ánimo de nada.

Estaba perdido en mi corazón.

Sólo recuerdo que me dormí a tu lado.

Me siento de muerte a tu costado, cometí un gran error ayer. No te podría ver a los ojos de nuevo.

Te pido perdón, porque no hay nadie como tú.

El Dolor de la Despedida


¿Qué haces aún aquí?

  • No lo sé, siento que no me puedo ir.

¡Pero vete!

  • ¡No puedo, no ves que estoy mal!

¡Vete!

  • ¿Puedes abrazarme?

No.

  • ¿No quieres o no puedes?

¡No te das cuenta que no

puedo!

  • ¿Por qué?

Porque me dolería mucho

abrazarte y verte partir,

sabiendo que no te volveré a

ver.

Por eso prefiero que te vayas

así nada más…

Loca Soledad!


Shh.

Silencio

Es mi turno de hablar.

Estoy loco, sí…

Lo admito.

Pero loco por ti…tú me tienes así.

No te das cuenta. Todo lo que te amo.

¿Todo este tiempo a tu lado no ha sido suficiente para que lo entiendas?

Dime que sucede contigo…

Que es lo que está mal…

Lo sé, me lo haz dicho muchas veces.

¿No estas lista para abandonar la soledad?

Pero yo a diferencia tuya

Si estoy dispuesto… soy capaz de eso,

Y mucho más.

N-Mistad!



[…Tienes razón…lo entendiste…

- ¿Qué?

Lo que nos pasa…

- ¿Si?, yo creo que aún no lo sé.

Bueno puede suceder, pero ambos sabemos que sucede algo que esta mal. Y eso es un avance, ¿no crees?

- Si, puede ser.

¿Recuerdas lo que me pediste que hiciéramos?

- No, ¿Qué cosa?

Lo de no hablarnos más.

- Ah, eso, si, que pasa con ello.

Es que pensé en el momento en que me lo decías, que no habláramos más. Esa no es la solución para acabar esta tormenta…]